En esta ocasión, para la octava entrega de Escribimos, consejos para escritores, voy a hablar de una serie de temas que son algo subjetivos, menos técnicos y que pueden generar debate.
Antes de empezar, debo hacer hincapié en que esto es lo que a mí me funciona y que esta información está extraída de libros académicos sobre técnicas narrativas.
Estos consejos son la síntesis de mi estudio, pero también son mi opinión de modo que si no la compartes, perfecto.
Primer consejo
¿Es realmente necesario usar palabras
largas (archisílabos) y cultas (cultismos, formalismos) para que el nuestro se considere un buen libro? La respuesta es
un rotundo NO.
Usar este tipo de léxico no solamente hará de la lectura una
experiencia densa, agotadora y lenta; sino que hará sentir al lector
como un ignorante si no es capaz de comprender al instante todo lo
que lee. Un libro no es un texto académico, un libro es
entretenimiento. A nadie le divierte tanta exigencia mental, tanta
concentración continuada.
Lo más efectivo es crear un texto de
lectura ágil, clara y sencilla, porque con palabras normales,
términos ni vulgares y formales, sino de nivel medio. Con ellos se pueden
tratar todo tipo de temas, desde los más superficiales a los más
profundos.
Segundo consejo
Generalmente es mejor ahorrarse los
conectores linguïsticos (por eso... por tanto... en consecuencia...)
y las conjunciones (y, pues, pero...)
A veces es más sencillo formar dos
frases simples separadas por un punto que enrrevesar y complicar una
sola oración.
¿Por qué? El lector medio es
impaciente, quiere poder obtener la información de un solo vistazo,
enseguida, y si tiene que leer dos veces la frase por su longitud, se
perderá y perderá su paciencia.
Además, una oración simple y directa
causa un efecto de impacto, y permanece en nuestra memoria mejor y
por más tiempo.
Es por eso que las frases simples son especialmente recomendables en el inicio y el final de nuestra historia, así como en los puntos de inflexión donde pretendamos causar impacto.
Tercer consejo
Adverbios de tiempo, cuantos menos,
mejor. El tiempo verbal ya puede ubicarnos en el ambiente y el espacio temporal de nuestra historia sin necesidad de especificar en qué momento estamos.
Cuarto consejo
Es completamente innecesario colocar el
sujeto siempre. A no ser que la ausencia de sujeto en una oración
pueda llevar a confusión, no debemos poner: él, ella, mi madre, la mujer de la
tienda....
Último consejo
Eliminar lo evidente.
Se explica con expresiones como: subir
arriba, beber un líquido...
Podemos ahorrarnos este tipo de
elementos que quedan redundantes y obvios.
En
este sentido, debemos abstenernos de repetir constantemente el nombre de lo que
estamos describiendo. Por ejemplo, si describimos un paisaje, no es
necesario que estemos todo el tiempo recordando al lector que lo que
describimos es eso, el paisaje.
Espero que estos consejos os sirvan y, si no estáis de acuerdo en algún punto de lo que digo, estaré encantada de escuchar vuestras opiniones.
Repito: Todo esto es subjetivo, cada persona tiene su estilo narrativo y quizá no cumpla todos estos consejos, aún así será magnífico.
Repito: Todo esto es subjetivo, cada persona tiene su estilo narrativo y quizá no cumpla todos estos consejos, aún así será magnífico.
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