Como sabéis yo suelo leer sobre todo a autores
autopublicados, es una pequeña lucha que mantengo pues yo también me
autopublico (por varias razones que no vienen al caso) y creo que muchas de las
historias que bullen en las cabezas de gente que no tiene una carrera
profesional en la literatura son incluso mejores que las historias de personas
de renombre, muy respaldadas por editoriales y con carrera literaria exitosa. Sin
embargo admito que los libros de profesionales en un amplio porcentaje son
mejores. Como digo, no me refiero a las historias que cuentan sino a cómo las
cuentan.
Uno de los puntos más débiles de los escritores autopublicados
es la coherencia textual. Me canso de leer novelas muy bien escritas pero con
fallos en la trama (me incluyo, por cierto) Siempre es más fácil ver los
errores en las obras ajenas que en las propias así que no os toméis mis palabras
como un ataque.
La teoría es la teoría, y la verdad es que mantener una
coherencia en nuestras tramas es complicado. Por si puede servir de ayuda, me
he propuesto aprender todo lo posible sobre el tema, tratar de plasmarlo en mis
próximos trabajos y transmitirlo en la medida de lo posible.
¿Qué es la coherencia textual?
Es una forma de los textos bien estructurados que permite concebirlos como entidades semánticamente unitarias, de manera que las diversas ideas secundarias aportan información relevante para llegar a la idea principal, o tema, de forma que el lector pueda encontrar el significado global del texto.
Esto significa que todo lo que incluyamos en
nuestra narración debe tener un propósito. A veces nos tienta incluir en
nuestras obras una descripción, situación o personaje que nos ha quedado muy
bien, pero que puede que no aporte nada a la historia. ¡ERROR!
Si hablamos con detalle de algo o de alguien
que luego no sirve para apoyar o ilustrar nuestra trama, el valor de esa
información es nulo.
A esto se le llama COHERENCIA GLOBAL.
Por otra parte tenemos la COHERECIA LOCAL,
que postula que todas las ideas deben organizarse de manera ordenada y
lógica, es decir, debe haber una secuencia interna que nos permita seguir el
texto y lograr una mejor comprensión de la información.
En este caso el error se hace evidente cuando damos
información antes o después del momento correcto, cuando no encontramos el
punto exacto para que su función sea la que pretendemos que sea. Para evitarlo
yo siempre recomiendo realizar un plan esquematizado de nuestro texto (a
grandes rasgos) antes de empezar a escribirlo.
Ambos conceptos, llevados a cabo de manera correcta, nos
llevan a conseguir una buena COHESIÓN.
La cohesión corresponde a la red de relaciones de significado que se establecen dentro de un texto por medio de diferentes mecanismos. Unión, lógica, secuencia, homogeneidad…
En resumen, cuando esbozamos la trama
de nuestra historia debemos analizar la información que pensamos incluir en la
narración. Si no es importante para comprender la historia, deberíamos
descartarla. Siempre es mejor la calidad a la cantidad, de modo que no nos
dejemos llevar por la idea de una novela larga, y apostemos mejor por una
novela buena.
En cuanto al momento de redactar, no
nos perdamos en explicaciones y descripciones amplias y enrevesadas, siempre es
más agradable leer una escena concisa e impactante que extensa y pesada. Pero
sobre todo no nos vayamos por las ramas. Si lo que estamos contando tiene como
única finalidad presumir de nuestro vocabulario o de nuestra habilidad de
composición, mejor que nos cortemos.
Y ojo con repetir información. Eso no
gusta a nadie.
Hasta aquí mi aportación de hoy. ¿Os
ha servido de ayuda?
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